lunes, 17 de agosto de 2015

EL RADIOTEATRO “LAS AVENTURAS DE TARZÁN”

EL RADIOTEATRO “LAS AVENTURAS DE TARZÁN”



Para muchos argentinos que eran pibes en los primeros años de la década del 50, el que suscribe incluido, la hora de tomar la leche trae ecos de chocolatada y bramidos de elefantes. De lunes a viernes, a las 17.30, la empresa de leche chocolatada Toddy auspiciaba, por Radio Splendid, "Tarzán", un radioteatro de quince minutos que pronto ganó la afición de los chicos de la época.


Era el aliciente para que dejáramos de jugar y volviéramos a casa a tomar la leche.

Inicialmente el programa iba a las 17.30 pero llegaron tantas cartas (eran bolsas y bolsas diarias) pidiendo que empezara más tarde porque los chicos no habían llegado aún de la escuela, que lo cambiaron para las 18 horas.


La estrella máxima era César Llanos, un hombre que no provenía del medio y que al terminar el programa dejó la actuación.
Mabel Landó, que hacía el papel de Juana, estudiaba en el Conservatorio de Arte Dramático cuando acompañó a una amiga que iba a rendir una prueba en el Palais de Glace, para entrar en el radioteatro de Carmen Valdez y Roberto Airaldi. Como faltaba la compañera de Luis Medina Castro le pidieron que diera pie a los textos que él debía interpretar y en definitiva fue ella la seleccionada. Poco tiempo después la contratan para interpretar a Juana en reemplazo de Nelly Beltrán que lo estaba haciendo.

Otros participantes eran Juan Carlos Dusó, en el indio Wali, Alfredo Navarrine como el profesor Philander y Miguel Banni como el capitán Darnot (estos dos últimos ya fallecidos al igual que Llanos).


Pero una de las estrellas del programa era, Tarzanito, el hijo de Tarzán, incorporado al programa tras un concurso organizado por la revista Billiken, que no fue otro que Oscar Rovito. 

Pero la estrella tras bambalinas era Martín Clutet (luego director de cámaras en TV), encargado de los efectos especiales, tarea que alguna vez supo desempeñar Alberto Olmedo en sus inicios. Y los sonidos de sala estaban a cargo de un maestro del medio, el gran Ernesto Catalán, toda una leyenda en la radiofonía nacional. 

El famoso grito de Tarzán fue grabado por un tenor. Los actores colaboraban haciendo voces en segundo, tercer plano, directamente contra las paredes y las voces y los gritos de los indios mientras Tarzán y Wali (en primer plano) discutían con los jefes de las tribus. Clutet y Catalán usaban una suerte de gran lampazo, de hojas de papel, removidas dentro de una gran palangana para recrear los pasos entre las malezas. El paso de Tantor -el elefante de Tarzán que no figuraba en el libro original sino en la versión teatral- se hacía con dos sopapas en fuentones grandes llenas de papel de diario y los pasos en la arena se lograban haciendo girar dos medios cocos en una caja llena de sal.


Era muy pintoresco los gritos, en segundo o tercer plano, alejándose del micrófono; el ruido de pasos en las malezas (hechas con un lampazo de hojas de papel, removidas dentro de una gran palangana) y las sopapas manipuladas en dos fuentones llenos de agua, que simulaban el paso del elefante Tantor, siempre acompañada con la frase: "Uge, Tantor, uge" (algo así como "Huye, Tantor, huye", en lengua ignota). 

Pese al éxito, los anunciantes tenían la idea de que el programa no era escuchado por nadie. A Jorge Rey, se le ocurrió hacer un desfile por la Av. Santa Fe, el día de la primavera, con el elenco caracterizado para ir a la selva. Fue tal la repercusión que, se cuenta, ese fue el origen de los festejos del día de la primavera en Buenos Aires. Tal concurrencia llevó a decir al entonces Presidente Perón: "Pero, caramba, ésos llevan más gente que nosotros". 

Pese al éxito del desfile, los productores no le dieron el aumento de sueldo que pedían los actores, planteo salarial que se repitió en 1955, con igual resultado. Casi todo el elenco renunció y el programa, con otras voces, sólo resistió poco tiempo más, luego de cinco años de ocupar las tardes de los chicos porteños. 


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