jueves, 2 de noviembre de 2017

EL CARRITO ROJO DEL PANADERO YA NO TRAE EL PAN A DOMICILIO

EL CARRITO ROJO DEL PANADERO YA NO TRAE EL PAN A DOMICILIO


BUENOS AIRES YA NO TIENE PAN A DOMICILIO: EL CARRITO ROJO DEL PANADERO


¡Que rico era ese pan! 

Mucho mejor que el de la panadería. 

Esperábamos ese carrito rojo, de la “panificación”, que era precedido por el reiterado sonar característico de su corneta. 
BUENOS AIRES YA NO TIENE PAN A DOMICILIO: EL CARRITO ROJO DEL PANADERO

Nuestras madres salían a su encuentro. El repartidor detenía el carrito, bajaba, anunciaba sus productos, las novedades, y mostraba su carga, abriendo la puerta trasera del carrito. 

Pan Lactal, francés, pan negro integral, baguettes, facturas, emperadores, budines, dulces y todo lo rico que uno deseara. 
BUENOS AIRES YA NO TIENE PAN A DOMICILIO: EL CARRITO ROJO DEL PANADERO

La modernidad se lo tragó.

LOS VENDEDORES DE LOS HELADOS LAPONIA

LOS VENDEDORES DE LOS HELADOS LAPONIA

LOS VENDEDORES DE LOS HELADOS LAPONIA
Cuando era chico, era muy común que pasaran los carritos tirados por un caballo que vendían helado suelto.
El correr de los años trajo los triciclos de reparto con sus cajas blancas o con los colores de la marca, y una marca emblemática era Helados Laponia.Otra, Noel.
Yo te hablo de los años 60 pero la fabrica comienza a escribir su historia en 1930.
LOS VENDEDORES DE LOS HELADOS LAPONIA

Los productos que comercializaban eran, el palito helado, el bombón y los pequeños potes de cartón con tapa que se acompañaban con la clásica cucharita de madera.

Fuente blog Mil Recuerdos

SALON DE LUSTRAR desaparecidos de Buenos Aires

SALON DE LUSTRAR desaparecidos de Buenos Aires

SALON DE LUSTRAR desaparecidos de Buenos Aires

Ya no hay en Buenos Aires. La foto nos muestra uno de 1905.-
En la foto de abajo se ve un local donde también se vendía Lotería y era Cigarrería. (la foto es de 1940)
SALON DE LUSTRAR desaparecidos de Buenos Aires

EL COLCHONERO

EL COLCHONERO
EL COLCHONERO

Entre aquello que el tiempo se llevó están los colchoneros.

Antiguamente transitaban por las veredas de nuestro querido Buenos Aires este típico personaje, que generalmene era inmigrante.-

Se anunciaba al grito de: ¡colchonero!.

Medio siglo atrás, era habitual ver a un colchonero cardando la lana de algún colchón de la familia.

La cardadora, un extraño armatoste de madera y hierro, mezcla de asiento y hamaca manual.

 Con una tijera o cortaplumas abría el colchón para trabajar la lana y provisto de tijeras, grandes agujas y piolín, el colchonero se ubicaba en el asiento y comenzaba su tarea colocando lana en el otro extremo del artefacto, mientras con la otra mano accionaba una especie de hamaca con manivela que se deslizaba sobre una superficie curva.

El trabajo se hacía en el patio o en la terraza: se desarmaba un extremo del colchón y se sacaba toda la lana.

Tras pasarla por la cardadora, se la dejaba secar.


Una vez limpia y desenredada, volvía a introducirla en el colchón

EL BARQUILLERO

EL BARQUILLERO

EL BARQUILLERO

Ya no se ven en las plazas, ni e la salida de los colegios. Tampoco transitan  por las calles de nuestros barrios.

EL BARQUILLERO

Anunciaba su llegada haciendo sonar un triángulo, y en poco tiempo era  rodeado por chicos que saciaban su ansia de golosinas con sus dulces barquillos: unas hojas delgadas de pasta plegada en forma de triángulo o semicírculo.
Tradicionalmente, los barquilleros llevaban sus cestas con barquillos y una ruleta en la que los compradores podían probar suerte.

El juego consistía en dar vueltas a una rueda que apuntaba a diferentes números.

Si había varios participantes, el que sacaba la cifra menor, pagaba todos los barquillos.

Si era una sola persona, pagaba unas monedas y tenía derecho a llevarse un barquillo en cada jugada, salvo cuando caía en la casilla del clavo, en cuyo caso perdía todo lo ganado.