HIJITUS De Trulalá llegó al Mundo
En Almería, en 1929,
nació Manuel García Ferré.
Con 17 años- escapado
de la guerra civil española- recorrió las redacciones de Buenos Aires hasta que
en 1952 Constancio Vigil aceptó en Billiken su primera historieta, "Las
Aventuras de Pí-Pío". La historia de un canario que pasa de linyera a
sheriff en el ecosistema de la imaginaria Villa Leoncia. En esa saga,
Ferré alumbró su sueño más exitoso: Hijitus.
Primitivo y casi ajeno al más difundido, el niño, descendiente de faraones, debutó en la tira en septiembre de 1955. Era entonces de cabeza ovalada y llevaba seis largos pelos y una galera desfondada. Contemporáneo al Tetsuwan Atom (Astroboy), creado con la inocencia y el poder necesario como para detener tragedias atómicas como Hiroshima.
De Villa Leoncia, Hijitus saltó a la tele, 1967, con "Las Aventuras de Súper Hijitus", el primer dibujo animado argentino hecho para TV. A diario, millones seguían la historia de un chico pobre (contemporáneo también al Juanito de Berni) cuyo sombrero mágico lo elevaba a superhéroe protector de Trulalá. Los capítulos de Hijitus iban de lunes a sábado por Canal 13 y se repetían, todos juntos, en los ómnibus históricos "Sábados Circulares" y "La Feria de la Alegría".
El mundo ni enterado, pero Hijitus adelantó el reloj al incorporar personajes reales en sus aventuras: por Trulalá pasaron el animador de animadores Pipo Mancera, el cantante beat Donald y Ulises Barrera, voz del box. Lo mismo, pero después, hizo Matt Groening en Los Simpson.
Frente a enlatados yanquis y japoneses, Hijitus mandaba. Así, pasó a forma cinematográfica y hasta se exportó al resto de Latinoamérica. El merchandising florecía en golosinas, remeras, juguetes y colonias, leche chocolatada, figuritas. García Ferré, como Disney, tenía su imperio. Pero en Trulalá, una ciudad arrabalera, apenas urbana, cuyo héroe vivía en un caño, el "medio caño" que el desarrollismo imaginó como alternativa al rancho.
Es imposible no ver a Villa Leoncia y Trulalá como postales del paisaje cultural argentino.
Primitivo y casi ajeno al más difundido, el niño, descendiente de faraones, debutó en la tira en septiembre de 1955. Era entonces de cabeza ovalada y llevaba seis largos pelos y una galera desfondada. Contemporáneo al Tetsuwan Atom (Astroboy), creado con la inocencia y el poder necesario como para detener tragedias atómicas como Hiroshima.
De Villa Leoncia, Hijitus saltó a la tele, 1967, con "Las Aventuras de Súper Hijitus", el primer dibujo animado argentino hecho para TV. A diario, millones seguían la historia de un chico pobre (contemporáneo también al Juanito de Berni) cuyo sombrero mágico lo elevaba a superhéroe protector de Trulalá. Los capítulos de Hijitus iban de lunes a sábado por Canal 13 y se repetían, todos juntos, en los ómnibus históricos "Sábados Circulares" y "La Feria de la Alegría".
El mundo ni enterado, pero Hijitus adelantó el reloj al incorporar personajes reales en sus aventuras: por Trulalá pasaron el animador de animadores Pipo Mancera, el cantante beat Donald y Ulises Barrera, voz del box. Lo mismo, pero después, hizo Matt Groening en Los Simpson.
Frente a enlatados yanquis y japoneses, Hijitus mandaba. Así, pasó a forma cinematográfica y hasta se exportó al resto de Latinoamérica. El merchandising florecía en golosinas, remeras, juguetes y colonias, leche chocolatada, figuritas. García Ferré, como Disney, tenía su imperio. Pero en Trulalá, una ciudad arrabalera, apenas urbana, cuyo héroe vivía en un caño, el "medio caño" que el desarrollismo imaginó como alternativa al rancho.
Es imposible no ver a Villa Leoncia y Trulalá como postales del paisaje cultural argentino.
"La mayor
diferencia es que Disney era un gran conductor para el que trabajaban muchos
artistas mientras García Ferré creaba y dibujaba solo".
Solo, como su inocente y poderoso Hijitus, acaso un huérfano trasplantado del horror de la guerra civil española.
Solo, como su inocente y poderoso Hijitus, acaso un huérfano trasplantado del horror de la guerra civil española.
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