En este blog subiré imágenes de edificios que ya no existen, autos antiguos, viejas costumbres, y en general, cosas antiguas
jueves, 28 de abril de 2016
viernes, 22 de abril de 2016
EL SIMULCOP
EL SIMULCOP
Otra
“cosa vieja”, desaparecida, es el simulcop,
nuestro ayudante de dibujo.
El
Simulcop fue patentado en 1959 por Jacobo Varsky como un conjunto de
"plantillas de dibujo" y editado por Luis Lasserre. Este lo sacó
al mercado con una nota: "Amiguito: Simulcop espera ser para ti un
colaborador con el que podrás vencer las dificultades que tienes para realizar
bien tus dibujos. En sus hojas hallarás todo el material gráfico necesario para
que cada tema que desarrolles en tu cuaderno pueda ser ilustrado con su dibujo
en forma fiel y perfecta, y así alcanzar la vivencia que facilite a tu mente el
retenerlos".
El
Simulcop (un cuadernillo de hojas papel manteca con versiones para los
distintos grados que traía los dibujos que se necesitaban para todo el año)
tenía algo de mágico y también de tramposo. El Simulcop se presentaba (y no sin
razón) como “el dibujo que dibuja”. Era un librito con diferentes imágenes en
papel de calcar para poder hacerlas en el cuaderno.
Un
buen día, allá por mediados de los 70, desapareció
lunes, 8 de febrero de 2016
CARRITOS DE RULEMANES
CARRITOS CON RULEMANES
Ya los chicos no los arman. Mucho Trabajo. La
modernidad le brinda sustitutos o juguetes que no requieren mano de obra.
Normalmente los armábamos entre varios, para luego
disputarnos su uso.
Lo más difícil era conseguir los rulemanes. Recorríamos los talleres mecánicos
de la zona para ello.
Mi abuelo era maestro mayor de obra, y en ésta conseguíamos las maderas.
Lo divertido era armarlo.
El eje de adelante debía ser movible, unido con un importante tornillo,
que se cerraba con tuerca mariposa.
Al eje le sujetábamos sogas o cuerdas anchas, y ya teníamos el volante.
Los frenos eran otra historia, generalmente a zapatilla limpia.
Algunos les ponían cada lado del
cajón que hacía de chasis unas maderas y abajo clavaban unas suelas de goma que
al apretarlas contra el suelo hacían de freno.
Corríamos carreras entre nosotros. También lo remoñcábamos con la bici.
A veces nos escapábamos a la Bajada de Urquiza, (Vicente López) que era
muy pronunciada, y ¡A volar!
Eso sí, abajo siempre había uno de nosotros para prevenir los posibles
autos que pudieran circular por esa calle.
Los niños de hoy día no saben lo que se pierden.
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