CARRITOS CON RULEMANES
Ya los chicos no los arman. Mucho Trabajo. La
modernidad le brinda sustitutos o juguetes que no requieren mano de obra.
Normalmente los armábamos entre varios, para luego
disputarnos su uso.
Lo más difícil era conseguir los rulemanes. Recorríamos los talleres mecánicos
de la zona para ello.
Mi abuelo era maestro mayor de obra, y en ésta conseguíamos las maderas.
Lo divertido era armarlo.
El eje de adelante debía ser movible, unido con un importante tornillo,
que se cerraba con tuerca mariposa.
Al eje le sujetábamos sogas o cuerdas anchas, y ya teníamos el volante.
Los frenos eran otra historia, generalmente a zapatilla limpia.
Algunos les ponían cada lado del
cajón que hacía de chasis unas maderas y abajo clavaban unas suelas de goma que
al apretarlas contra el suelo hacían de freno.
Corríamos carreras entre nosotros. También lo remoñcábamos con la bici.
A veces nos escapábamos a la Bajada de Urquiza, (Vicente López) que era
muy pronunciada, y ¡A volar!
Eso sí, abajo siempre había uno de nosotros para prevenir los posibles
autos que pudieran circular por esa calle.
Los niños de hoy día no saben lo que se pierden.
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